Aprender de los buenos
En estos tiempos en los que parece que reducir hasta quedarnos con la esencia sería un camino de superación, tal vez una vía de evolución, asistimos a un auge de la insustancialidad en el que parece que hay que disfrazar las cosas para dotarlas de significado; en lugar de eliminar lo supérfluo para quedarnos con lo importante, eliminados lo fundamental para quedarnos con la apariencia.
No está mal entonces remitirnos a los clásicos que, como Michael Thonet, lograron aunar en un diseño innovación y simplicidad, negocio y compromiso, austeridad y excelencia, contemporaneidad y durabilidad, belleza y autenticidad... contemplando todos los aspectos del proceso, desde el concepto a la comercialización, pasando por la producción industrial.
Nos quitamos la boina y seguimos trabajando con una sonrisa.